Esta tarde, con la ayuda del evangelio de Mateo, hemos reflexionado sobre la luz que damos al mundo cada uno de nosotros, y nos preguntamos si cumplimos con nuestra tarea cristiana con suficiente energía e ilusión.
Si brillamos, la luz debe ser bien visible por los demás, no podemos brillar para nosotros mismos.
Debemos procurar ser para los otros y buscar apoyo en el evangelio y la oración, así como en la vivencia de nuestra comunidad cristiana.
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